martes, 22 de junio de 2010

El cierre que no cierra

Lo nuestro es una cuestión climática. Las sensaciones térmicas que nos generamos. Juego con vos como con el cierre de esa campera vieja que me sienta tan bien. Lo subo y se funden los dos costados. Me sofoco, lo abro un poco. Ahora tengo frío pero lo abro más aun. Porque juego. A veces me parece que falla, se rompe, le sale humo del capot, se le pincha una rueda por andar por terrenos tan complicados, tan de rally y con un cierre cualunque. Abro las páginas amarillas entonces, mumuro delante tuyo todo lo que encuentro y no me sirve, y cuando con el dedo señalo una mercería que repara cierres, me decís que no, que no querés que nos arregle. Mejor seguir jugando así, desprolijos, averiados y sin hermetismos. Amén.

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